¿Intrusismo, mediocridad o ambas?
Hace unos días en una conversación entre amigos me preguntaban si podía ayudarles con la gestión del marketing digital de su empresa. Me comentaban que una empresa (que poco tiene que ver con este sector) les había ofrecido la gestión de sus redes sociales, tras venderle una lavadora para su hogar.
El comentario, no falto de ironía por parte de mi amigo, me generó un sentimiento de impotencia que sin duda implica un flaco favor para el sector en el que yo me he especializado. Estoy segura que en muchos sectores existe una parte detectada de intrusismo, pero llevo tiempo pensando que hay sectores en el que nos encontramos intrusismo que a veces va de la mano con la mediocridad. Y sin duda, esto sí es peligroso.
En publicidad, es normal trabajar con clientes de alta rotación, bien por la naturaleza del proyecto o por la necesidad de cambio de algunas de las dos partes. Mi equipo aún no se acostumbra a trabajar con proyectos de corta duración que implican una búsqueda activa de clientes. Ellos, prefieren clientes constantes aunque a veces es inviable.
Cuando perdemos clientes, algo normal en este sector, vigilamos durante un tiempo cómo lo hacen tras el cambio y en ese punto sólo nos pasa dos cosas:
Nos alegramos por el cambio dado que han mejorado y han acertado o nos entristece ver cómo les están tomando el pelo y se atreven hacer estrategias y publicaciones incoherentes repletas de faltas ortográficas y sin un plan.
Es en este último punto, cuando entendemos que la mediocridad siempre será más peligrosa que el intrusismo. Ya que la mediocridad pone de manifiesto una falta de rigor y de respeto hacia el sector, el cliente y el trabajo que una empresa realiza.
Sin embargo, parece que estamos anestesiados y estamos en una fase en la que todo vale porque ¿si no nos exigimos a nosotros mismos, cómo podemos exigir a los demás?
Esa falta de exigencia, honestidad y rigor, hace que encontremos, cada vez con mayor facilidad, a empresas que se aventuran en sectores para los que no están capacitados y /o que ejecuten un trabajo de dudosa calidad vendiendo humo a clientes, que en muchas ocasiones con buena fe, han creído cada una de las mentiras que se les han prometido y que nunca se podrán cumplir.
Intrusismo o mediocridad, juntas o por separado, son un problema para el cliente y para las empresas del sector.